domingo, 30 de abril de 2017

Finales (2)

  Este final corresponde a una partida entre dos jugadores desconocidos para la mayoría de los aficionados, el Sr. Keltz (Chr.) y el Dr. Epstein, pero debemos inferir que por tratarse de una partida que tuvo lugar dentro del entonces prestigioso Torneo de Neuremberg celebrado en el año 1890, no debió de tratarse de dos jugadores inexpertos. 
   La posición a la que arribaron es la que se muestra a continuación, correspondiendo jugar al negro: 




   Aparentemente, y conforme al relato del propio Tarrasch, el Dr, Epstein estaba dispuesto a aceptar tablas cuando aquél, nuestro relator, demostró que las negras podían ganar. 
   No nos queda claro cómo fue factible la intervención de un tercero en una partida viva y, de ser así, imaginamos el disgusto del Sr. Ketz, pero lo cierto es que se trata de una ingeniosa maniobra de las negras para obtener la victoria cuando todo parece encaminado a un empate. 
   Analicemos, por un momento, la posición, siendo el turno de las negras. La única aspiración de las blancas puede ser una propuesta de tablas, porque si bien cuenta con dos peones y la esperanza de su coronación, es claro que las dos piezas del negro se lo impedirán, aún a expensas de sus sacrificios. 
   Visto desde la óptica del negro, si fuese posible capturar los dos peones conservando ambas piezas, entonces podrán dar mate al rey blanco, trabajosamente, es cierto, pero será cuestión de aplicar la técnica que nos enseñara el gran maestro cubano José Raúl Capablanca. 
   Sin embargo, el amenazante peón torre dama de las blancas que pretende hacerse camino hasta la casilla a8 y, como emergiendo de una crisálida, convertirse en dama, sólo puede ser detenido sacrificando el alfil. 
   Entonces, ¿cómo pudo, el Dr. Siegbert Tarrasch, imaginar una victoria para las negras a partir de esta posición? ¡Por cierto de una manera muy ingeniosa! 

1...Aa7+!! 2. Rxa7

   El sacrificio de alfil del negro deja a éste con material insuficiente para la victoria por cuanto, como es sabido, con sólo un caballo no es posible propinar mate al rey rival a menos que, claro está, ¡sus propios peones contribuyan a restarle casillas de salida! 
  Este es el caso y la motivación del genial Tarrasch para entregar el alfil negro tan gracilmente, permitiendo ahora que el rey negro pueda ocupar la casilla c7 restringiendo la movilidad del rey blanco a dos escaques. 
   De nada serviría a las blancas obviar el sacrificio mediante 2. Rb7 a causa de la respuesta 2...Cd4, con lo cual las blancas se ven obligadas, finalmente, a aceptarlo a través de 3. Rxa7 o -de lo contrario- el negro conservaría ambas piezas y terminaría capturando ambos peones o, eventualmente, dando mate de alfil y caballo. 
   Por ejemplo, entre muchas alternativas, si luego de 2... Cd4, 3. Ra8 Cb5! abriéndose dos caminos: (a) 4. Rb7 Axc5, 3. a7 Cxa7 desponsajo al blanco de peones y encaminándose a un trabajo pero seguro mate de alfil y caballo.
(b) 4. c6+ Rc8!, 5. c7 (única) Cxc7+, 6. Rxa7 (única) Cd5 llevándonos a alguna de las técnicas que veremos más adelante. 

2... Rc7!!! 

   ¡Esta es la clave de todo el razonamiento, de su esencia! Esta movida de rey es la que provoca el encierro del rey blanco, obstaculizado en su escape, también, por su propio peón torre. 

El mate al monarca blanco es “imaginable” según alguna de las dos posiciones que se indican en el siguiente diagrama, de modo que la maniobra de las negras deberá tender, según los movimientos del blanco, a alguna de estas dos. 



A continuación mostramos solo algunas de las líneas posibles, pero el lector advertirá que todas tienen un espíritu común: 

3. Ra8 Cd4 



   Estamos en un momento crucial de este instructivo final. ¡Y todos los caminos conducen a Roma! 
Por ejemplo: 

4. Ra7 Cb5+ 5. Ra8 Rc8! 

   Esta última jugada del negro mantiene la inmovilidad del rey blanco permitiéndole solo la movida de alguno de los dos peones. Por ejemplo, si 6. a7, habría mate inmediato con 6. Cf7++ 

6. c6 Rc7! 7. a7 Rc8 8. c7 Cxc7++ 

   Brillante remate final, arribándose al Diagrama (b), donde las negras han forzado las movidas del blanco habiendo exclavizado a su rey en a8. 
   Habría una tercera posición con el rey en c8 y el caballo en b6, pero la misma no es imaginable ya que requeriría la ayuda del propio blanco, lo cual descartamos. 
   Otro intento de las blancas, siempre buscando quedar ahogado, se lograría a través de la siguiente secuencia: 

4. c6 Cb5+ 5. a7 Rc8 6. c7 Cxc7++ 

   El órden de las 4ta. y 5ta. jugadas del blanco pueden ser intercambiables, pero con las mismas consecuencias. En todos los casos, el jaque mate llega a través de la posición (b).

Un ejercicio de finales 
   ¿Y porqué no? Luego de este hermoso ejemplo que nos proveyó en genial Tarrasch, le proponemos un ejercicio basado en el mismísimo final que acabamos de analizar. Partiendo de la primer posición dada, imagínese que la secuencia hubiese sido la siguiente: 1... Aa7+, 2. Rb7 Cd4 3. Rxa7 Rc7!! 4. c6 Cb5+ 5. Ra8 Rc8 6. c7 (forzada): 




¿Cuál sería la movida justa de las negras y su correcta continuación? Cuidado: 6... Rxc7?? conduce al ahogo del rey blanco o le permite escapatoria. 
Aquí también le damos una ayudita. Piense en maniobras del negro que lo conduzcan al jaque mate del Diagrama (a). 





Fuente: Cuadernos de ajedrez - Horacio Sistac

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